
De qué sirven los muros, si estos se pueden saltar; para que sirven las fronteras, sino es para dividir.
Estados Unidos de Norteamérica, se ha proclamado desde siempre, como el país más poderoso del mundo, infiere de manera tan perversa, como contundente en otros países, cerca o lejos de su territorio.
Proclama su superioridad ante el mundo mediante su posesión armamentista; presume el alto nivel económico del que gozan sus ciudadanos, lo mismo que un estilo de vida envidiable.
Quienes más han padecido el autoritarismo, la soberbia e intromisión de Estados Unidos, han sido desde muchas décadas atrás, los países latinoamericanos, esos que han sido humillados, pisoteados, y despojados de sus riquezas.
No ha habido país, al sur de los Estados Unidos, en el que no haya mancillado su soberanía, al imponer a su antojo y conveniencia a Presidentes y derrocado a aquellos que no se han sometido a sus mandatos.
La pobreza, de estos países latinoamericanos en mucho se debe a éstas intromisiones y depredaciones de los gobiernos norteamericanos; nace la inmigración de ciudadanos de este lado de la frontera con los Estados Unidos por cuestiones meramente económicas.
A conveniencia permite, E.U. mediante tratados, el acceso de miles de campesinos, obreros, a fin de contar con mano de obra barata, y dispuesta a realizar aquellos trabajos para los que ellos no cuentan con trabajadores, son además, contrataciones condicionadas.
Trabajadores mexicanos y de diversos países al sur, que migraron a emplearse a E.U. bajo estas condiciones, a los que nunca se les dio su residencia o ciudadanía, decidieron permanecer ahí, llevándose a sus familias quedando en calidad de “ilegales”, contribuyendo como trabajadores a la economía de ese país mediante el pago de impuestos y dando a sus hijos un nuevo hogar, en un país ajeno al suyo.
Ansiando muchos personas de estos países mejorar sus condiciones de vida, deciden emigrar a E.U., a trabajar, encontrando una serie de dificultades para su ingreso legal.
Acuden a los Consulados Estadounidenses de sus respectivos países, pagan por la visa y sin conocer los motivos, sin explicación alguna se les niega, sin que les sea devuelto lo que por ella pagaron, por lo que deciden hacerlo violando la ley del vecino país y recurren a personas, a quienes les llaman “polleros”, para que mediante una jugosa cantidad, sean introducidos a E.U.
Muchos de estos aspirantes a entrar a E.U. de manera ilegal, o son apresados por la policía fronteriza y devueltos a sus países o a la frontera con México o fallecen en el intento.
Ya resulta hasta familiar ver al tren de carga al que le han llamado “la bestia”, y que parte desde Chiapas lleno en su techo de personas, hombre, mujeres, con niños, que se dirigen a la frontera entre México y E.U., por lo que Donald Trump, Presidente de aquél país, dice: “México no está haciendo su trabajo para detener la inmigración”.
Y tiene razón, no ha sido un problema al que las autoridades mexicanas le hayan prestado atención, desde muchas décadas atrás, de lo contrario no habría en E.U. más de 20 millones de mexicanos, que se fueron huyendo de este su país, al no encontrar trabajo ni contar con una forma de subsistir, ni andarían deambulando por las calles de México miles de centro y sur Americanos, mendingando una moneda.
Son muchos miles de millones de pesos lo que los migrantes envían a sus familiares mes con mes, y eso es muy del agrado de las autoridades mexicanas y por supuesto, muy del desagrado del gobierno estadounidense.
Ante la ultima disposición de Trump de separar a las familias, ahí si la indignación fue generalizada a nivel internacional y el Secretario de Relaciones Exteriores de México, Luis Videgaray, raudo y veloz partió a la Organización de Naciones Unidas (ONU) a solicitar que exigieran a Trump, dar marcha atrás ante éste último dislate.
Al parecer no se ha enterado Videgaray que a Trump, la ONU, no le merece ningún respeto, así lo dejó ver cuando declaró que, “los países que forman parte de la ONU, y que tienen su sede en E.U. no pagan sus cuotas correspondientes y que es a E.U. a quien más le cuesta éste organización”.
Por nuestra parte desearíamos que no hubiera fronteras, que los ciudadanos pudiéramos transitar por todo el continente americano y, como dice esa tan descriptiva canción de los Beattles: “Imagina que no hay posesiones, me pregunto si puedes. Sin necesidad de gula o hambruna, una hermandad de hombres. Imagínate a todo el mundo, compartiendo el mundo. Puedes decir que soy un soñador, pero no soy el único”.
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