En tantos seres humanos y observando las características biológicas que nos diferencian, todos, hombres y mujeres, tenemos los mismos derechos y obligaciones, las costumbres que nosotros mismos le imprimimos a nuestro cotidiano vivir es lo que va marcando las diferencias de sexo.
El haber adjetivado a las mujeres como, “el sexo débil”, siempre lo he considerado un error, porque la fuerza de un ser humano, no solo radica en los músculos, sino en el intelecto; vivimos en un mundo manejado por hombres, porque y, nuevamente recurrimos a la biología, la mujer es la que se embaraza, la que pare a los hijos, la que los amamanta, y asume la responsabilidad de su crianza y educación.
Aun así, la mujer a lo largo de los años se ha ido abriendo espacios para ser parte de los procesos de producción, de la economía y de la política, lo que necesariamente ha conducido, sin desearlo, a dejar en terceras manos la responsabilidad de educar a los hijos; conocido es que, anteriormente los centros de trabajo de las mujeres eran su hogar, desarrollando múltiples actividades, sin tener título alguno ni capacitación previa y la educación de los hijos recaían mayormente en la madre, interviniendo el padre cuando la ocasión requería de la “fuerza de la voz”, o la aplicación de un buen cintarazo.
En la sociedad mexicana, hemos contado con mujeres de gran valía, que han influido de manera muy significativa en los cambios que en éste país se han operado, algunas muy reconocidas, como Doña Josefa Ortiz de Domínguez; María de la Soledad Leona Camila Vicario Fernández, más conocida como Leona Vicario; Anna Agustina de Jesús Ramírez Heredia, valiente mujer, quien como madre, inculcó a sus trece hijos el honor que significaba defender a la Patria, ella es recordada como “Agustina Ramírez” y murió en la pobreza.
Otras mujeres poco reconocidas, que participaron, tanto en la lucha por la Independencia, como en la Revolución de 1910, entre ellas la Maestra, Eulalia Guzmán Barrón, Antropóloga, Arqueóloga y Paleontóloga, quien se pronunciara sobre la inexistencia de los sacrificios humanos, entre los grupos indígenas; Carmen Serdán; María Hernández Zarco, quien imprimiera el discurso de Belisario Domínguez, que pronunciara en el Senado, tras el asesinato de Francisco Indalecio Madero y Pino Suárez; Dolores Jiménez y Muro, quien a invitación de Emiliano Zapata, participó en la redacción del Plan de Ayala, en el que plantearía: aumento salarial para los jornaleros, repartición justa de tierras, horario laboral de ocho horas, libertad de prensa y voto libre y no relección.
En esos tiempos, 1810 — 1910, las miles de mujeres que participaban lo hacían sin buscar reflectores, ni empoderamientos, ni abultados salarios, ni una vida de lujos, lo hacían por amor a su Patria, y se defendían ante propios y extraños cuando el caso lo requería.
En la actualidad, ¿qué es lo que buscan las mujeres que incursionan en la política?, nos hablan de la igualdad entre hombres y mujeres, de feminismo privilegiados, de cuotas de poder, de espacios en los Congresos de Senadores y Diputados, con el único fin de incrustarse en el presupuesto oficial y darse vida de lujos, olvidando totalmente cual es el principal y único propósito de esas Cámaras, defender a la ciudadanía y al País.
Ahí convergen, hombres y mujeres que la característica que los une es la corrupción; con sus muy escasas excepciones, habrá quien nos hable de lucha contra la corrupción, de la defensa del País, de una mayor atención a la educación, pero difícil resulta que sus propuestas sean aprobadas, pues ahí se heredan las diputaciones y senadurías entre familiares, amigos, amantes y compadres, todos ellos miembros de una clase política que destila corrupción y solo ven por sus intereses ($$$$$).
Las esposas de los Presidentes de La República y Gobernadores, apoyan fuertemente la relevancia en el poder presidencial y pretenden continuar en el puesto que su marido deja, nos llaman a, “luchar unidas las mujeres”, ignorando que vivimos en un sistema capitalista, dividido por clases y entre nosotros como mujeres existen diferencias abismales; llaman a las ciudadanas mujeres a que apoyen sus candidaturas, “porque ya es hora del empoderamiento de las mujeres” (???).
Tal fue el caso, por demás vergonzoso de la esposa del ex Presidente, Vicente Fox Quesada, Martha Saghún, quien llegó seriamente a considerarse la mejor opción para la Presidencia de México; otro tanto estamos padeciendo hoy los mexicanos, cuando la esposa del ex presidente Felipe Calderón, Margarita Zavala de Calderón, tras el estruendoso fracaso de su marido, busca con un afán que raya en la paranoia, ocupar la silla presidencial. Sin duda: “el poder obnubila la razón y el desear tenerlo… hace que la pierdas”.
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