Así, el regreso del PRI en el 2012 será fundamentalmente la entronización del poder del duopolio televisivo con todo lo que ello significa para la profundización del deterioro de la vida democrática en México. Ese poder fáctico ya fue decisivo en la campaña del 2006, pero con un AMLO derrotado, hoy tiene un carácter arrollador.
El asunto sería más grave aún, si ese regreso del PRI no es acotado mediante reformas al régimen político que permitan acotar el poder presidencial como podría ser un régimen semi presidencialista.
Por supuesto si no es acotado también, mediante una regulación efectiva al poder de las televisoras.
2. Los ingredientes del triunfo del PRI:
Además del apoyo del duopolio, el PRI regresa por:
a) El voto de castigo del electorado contra los deficientes resultados de gobierno del PAN (crisis económica, crisis de seguridad pública, impunidad, falta de transparencia, etc).
b) La nunca resuelta crisis interna del PRD y su refuncionalización como otro PRI. También es determinante para ese triunfo la existencia de un partido de izquierda preso de sus luchas intestinas, y preso también de un liderazgo carismático y autoritario como AMLO. Un partido de izquierda, además que terminó refuncionalizando al viejo PRI; lo que le evitó al PRI muchos de los costos políticos de su recomposición, que no es otra que la derrota ideológica y política de los viejos nacionalistas, y que no es otra también que el triunfo del proyecto de modernización autoritaria de Salinas.
3. ¿Y el PRD, y AMLO?
Los 15 millones de votos de la izquierda en el 2006 se redujeron a menos de la mitad (sumados PRD, PT, y Convergencia). Esto significa una profunda derrota para el PRD, pero también para AMLO. Este último ganó en Iztapalapa, pero después de casi ganar la presidencia de la República, ese triunfo se convierte en una victoria patética. La probable negociación Chuchos-AMLO para la no ruptura del partido estará alimentada de las debilidades de ambos. Quizá lo que veamos en la fase del declive hacia la marginalización política de unos y otro, sea una convivencia llevada hasta el final y fundamentada en el trueque prerrogativas-votos del movimiento social lopezobradorista. A AMLO nunca le interesó fortalecer al PRD. Por ejemplo, siendo presidente de ese partido le sacó la vuelta a los desafíos internos mediante las Brigadas del Sol. En su marginalidad y la del PRD, hoy tiene que asumir el costo de ese pragmatismo electoral.
Contra la hipótesis de esa convivencia juega el hecho de que el proyecto de oposición leal al PAN, enarbolado por los Chuchos, hoy puede verse fortalecido por la necesidad de Calderón de contrapesar al PRI-Verde. Y ese aumento de precio puede tensar más la relación PRD-AMLO.
A pesar de su descenso en el DF, el PRD conserva su presencia política en la capital. Pero el avance priísta en zonas conurbadas como Neza y el triunfo panista en Cuajimalpa, debilitan la proyección electoral de Ebrard hacia el 2000; y la debilitan más por la falta de otros asideros a nivel nacional. ¿Empezaremos a ver acercamientos entre el ex PRI
de Camacho (por último de origen salinista) con el neo-PRI de Peña Nieto (también bajo el influjo salinista)? La evasión que Manuel Camacho hace hoy en su artículo de El Universal del desafío que enfrenta la fuerza política en la que supuestamente él participa, me parece bastante elocuente para documentar esta hipótesis. ¡El objeto de su análisis es el desafío que enfrenta el gobierno de Calderón!
En la lucha interna del PRD hacia el 2012 no hay que perder de vista que Amalia García sale fortalecida por sus buenos resultados electorales en Zacatecas.
Y en esa lucha, tampoco hay que perder de vista que se generan condiciones para el fortalecimiento del cuauhtemismo, como posible árbitro en la contienda Chuchos-AMLO, pero es tal el nivel de confrontación de CCS con AMLO, que en todo caso el árbitro podría ser su hijo Lázaro. Sin embargo, nada de ello daría como para una recuperación político electoral del PRD, sino apenas para prolongar su agonía.
El escenario 2009–2012
Con el PRI y el Verde dictando la agenda legislativa es probable que ambos traten de limpiar el camino hacia la recta final de la campaña por el 2012. Por ello podríamos esperar que en el primer periodo se apruebe:
a) Reforma fiscal para tapar el hoyo en las finanzas públicas (por la caída del precio del petróleo, de las remesas y de la recaudación tributaria) mediante el expediente fácil de gravar con IVA alimentos y medicinas. El PRI puede darse el lujo de al inicio resistirse, para finalmente apoyar ese proyecto con algún beneficio social etiquetado para los más afectados. Los resultados electorales evidencian que la resistencia de AMLO y del PRD a estas reformas, no pondrían en peligro el triunfo priísta en el 2012.
b) Culminar la reforma energética. La privatización de la CFE y la reformulación a la de PEMEX.
c) Finalmente aprobar la reforma laboral. Con la terciarización como modelo para la flexibilización laboral y el desmantelamiento de derechos, la mayoría priísta podría aprobar una reforma laboral que legalice esa figura sin quitar los candados a la libertad sindical. Así, la modernización autoritaria tendría dos columnas: la del outsourcing, y la del debilitamiento en los hechos del viejo corporativismo, sin que nada de ello signifique democratizar las relaciones laborales. ¡Negocio redondo! El costo político del PRI de aprobar una reforma de esta naturaleza sería mínimo pues no debilita su escaso apoyo corporativo ya que las centrales sindicales seguirían gozando de sus privilegios legales. Si no lo había hecho antes, era para tratar de vender lo más caro posible su apoyo al PAN. Hoy está más allá de esos cálculos inmediatos.
d) Fortalecimiento del poder de las televisoras. Es probable que se logre un retroceso en la reforma electoral del 2007 como pago a los servicios electorales y políticos del duopolio.
Con esta agenda en puerta para la 61 Legislatura, y las altísimas probabilidades de que se apruebe, se estaría cerrando el ciclo de legalizaciones del proyecto autoritario de modernización económica del país iniciado en 1982. Y con ello queda el camino libre para el surgimiento de un dinosaurio modernizado. Uno que del viejo régimen priísta conserva todos los vicios del
autoritarismo, pero que definitivamente entierra las bases sociales y la ideología del nacionalismo revolucionario. En este sentido la foto de primera plana de El Universal del día de hoy, lee bien el momento: se trata de un triunfo del proyecto salinista de modernización autoritaria del país. Se cierra un ciclo. Tratar de caracterizar el que ahora se abre es tarea del pensamiento crítico en este país.
4. Los péndulos de la alternancia. Con una alternancia de 12 años panista, es muy probable que ahora estemos viendo surgir una priísta de quizá 24 años, porque el PRI, en su nueva modalidad, resurge fortalecido. El PAN demostró su ineficacia para la reproducción del proyecto económico, no porque no haya sostenido el que comparte con el PRI desde 1982, sino porque no le aportó nada nuevo. Quedó subsumido y además muy rápidamente desgastado. La alianza histórica con Salinas enterró las banderas de un liberalismo y una derecha democrática (Gómez Morín), que esa pudo haber sido su aportación a la modernización del país. Por eso en temas fundamentales como rendición de cuentas, transparencia, respeto a derechos humanos; por supuesto que ha dejado tantas cuentas pendientes como el mismo PRI. Una rayita más al tigre de la modernización autoritaria, a la que contribuye también y de manera importante, la difícil construcción de una fuerza de izquierda democrática y moderna hacia el futuro. .
5. ¿Y el voto nulo? El movimiento disperso y difuso por el voto nulo fue un acierto. Logró su objetivo de evidenciar la crisis de representatividad del sistema de partidos y por ende de legitimidad social, pero para que el resultado hubiese sido contundente era necesario al menos un nivel del 10%, quiero decir sin posibilidades de soslayarlo por los partidos. Tuvo el mérito cívico de lograr una mayor participación electoral, aunque no todos los votos nulos fueron de ex abstencionistas; pienso que hubo muchos de ex PRD, sobre todo aquí en el DF. Es una fuerza política muy importante que habrá de seguir impulsando las reformas político electorales necesarias, para sanear el sistema de representatividad política. Sin embargo, no veo en el horizonte del movimiento del voto nulo la base para desarrollar la democracia participativa que desde mi punto de vista requiere de la libertad de asociación y de la autonomía de los pueblos indios. Por estas carencias y otras, no veo en ese movimiento indicios de reformas al régimen político, sino sólo al sistema electoral; ojalá que me equivoque. Sin embargo de ese movimiento, por cierto con mucha fuerza en el D.F., seguramente se producirán resultados positivos.
6. Las autoridades electorales: Sin que los desafíos del IFE hayan sido de la magnitud de los enfrentados en el 2006, podemos afirmar que esta institución logró remontar su crisis de credibilidad. No puede afirmarse lo mismo del TEPJF, seguramente tuvo todos los elementos para cancelar la candidatura de Brugada, sin embargo las formas, los tiempos, hacen recordar su infausta –por endeble- calificación presidencial en el 2006.
Colofón: Tratándose de unas rutinarias elecciones intermedias, la verdad es que se registraron fenómenos bastante trascendentes para el futuro político del país.